En este artículo, además de proponerme a describir en qué consiste un ataque de pánico, veremos el abordaje terapéutico que recomiendo y también algunas recetas caseras para combatirlo.
Lic. Gaston Gandolfi. • (011) 15.5643.1175 - 4786.0703 • info@gastongandolfi.com
Para una mayor comprensión del presente artículo les recomiendo leer las notas al pie y, de ser necesario, buscar los términos que desconozcan en el gran Mägo de Oz de nuestra era, Google.
Índice
Recomiendo leer esta nota en forma progresiva, es sólo una sugerencia. Clic para ir a cada uno:
- Introducción
- ¿Qué es un ataque de pánico?, crisis de ansiedad
- Etimología de «ataque de pánico», el dios Pan
- Etiología psíquica, la función paterna
- Teoría conspirativa, ¿verdad o mito?
- Primer contraataque, la respiración yogui
- El tratamiento, tres cerebros, tres técnicas
- Centro intelectual: neocórtex, análisis y más análisis
- Centro emocional: límbico, soñar no cuesta nada
- Cerebro motor: le ganarás a Pan con el sudor de tu frente
- Conclusiones y la trampa sanadora
- Notas
Ejercicios, diagnóstico y sanación sintomática: recetas caseras
De ser posible, recomiendo realizarlos luego de haber leído el texto, pero, otra vez, es sólo una sugerencia. Clic para ir a cada uno:
Una de las dolencias psíquicas más en boga en los últimos tiempos son los denominados ataques de pánico, razón mayor por la cual pacientes acuden a psicólogos hoy en día, y uno de los términos más buscados en la red dentro de las afecciones psíquicas. Estadísticamente el 30% de la población mundial sufre o sufrió al menos una vez de estas crisis… Sí ¡3 de cada 10 personas!
Entonces, si estás buscando su significado por ser afectado por esto, ¡ya no tienes por qué sentirte solo o sola! Además, es necesario que sepas que la cura es factible y accesible, pero siempre con un tratamiento psicológico serio y adecuado, empero difícilmente con soluciones rápidas, mágicas o freelance.
¿Qué es un ataque de pánico?, crisis de ansiedad
Un ataque de pánico, también denominado «crisis de ansiedad», es un episodio en el que el individuo afectado es invadido súbitamente por un intenso temor, lo que se produce con una duración variable de minutos a horas. Y si bien los períodos de esta crisis generalmente no duran más de entre 5 y 20 minutos, debido a su intensidad el sujeto percibe, por así decirlo, «como si el tiempo se hiciese de goma».
Dicha dolencia es patognomónica (1) de los trastornos de ansiedad. Muchas personas son afectadas por estos ataques una o dos veces en la vida, pero luego no se vuelve a producir. Empero si los síntomas persisten estaríamos en presencia de un trastorno de ansiedad, lo cual amerita ser tratado por un profesional de la salud. En mi caso, siempre aconsejo los tratamientos psicológicos antes que los farmacológicos, o al menos en simultáneo, según la gravedad del caso. Esto debido a que los segundos nunca solucionan el problema de fondo, el cual puede persistir generando dependencia a fármacos, la necesidad de incrementar dosis con el tiempo y, a la postre, la anulación del sujeto.
La persona que está sufriendo un ataque de pánico se siente aterrorizada sin una razón aparente, invadida por una turbación irracional durante la cual se producen síntomas físicos de variable intensidad. Al respecto, para la clasificación internacional de trastornos mentales DSM, los criterios de diagnostico son los que pondremos debajo. Les recomiendo, si creen que están sufriendo dicha crisis, que pueden utilizar los siguientes criterios para realizarse un autodiagnóstico.
Autodiagnóstico, según manual DSM
«Aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, acompañada de 4 (o más) de los siguientes 13 síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 minutos:
- Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca.
- Sudoración.
- Temblores o sacudidas.
- Sensación de ahogo o falta de aliento.
- Sensación de atragantarse.
- Opresión o malestar torácico.
- Náuseas o molestias abdominales.
- Inestabilidad, mareo o desmayo.
- Desrealización (2) o despersonalización.
- Miedo a perder el control o ‘volverse loco’.
- Miedo a morir.
- Parestesias. (3)
- Escalofríos o sofocos. (4)«
(Las comillas y lo indicado entre paréntesis es mío.)
Además de los criterios propuestos por el manual, dicha crisis es acompañada en muchos casos por ideaciones negativas sobre la propia persona, de infravaloración yoica o autodestructividad.
Como dijimos, debido a su intensidad las personas afectadas los perciben como muy extensos, por más de que en general no duren más de 10 minutos, y suelen desarrollar a posteriori todo tipo de inhibiciones en relación a sus miedos. Lo que implica restringir su conducta adoptando actitudes limitativas y evitativas. Consecuentemente, este trastorno puede llegar a desembocar en una fobia social,que es el temor obsesivo a reuniones y lugares altamente poblados, y/o en una agorafobia, el temor obsesivo ante los espacios abiertos o descubiertos.
También, en ocasiones, los ataques de pánico se encuentran enmarcados dentro del cuadro sintomatológico de la denominada tanatofobia, lo que se define como un persistente e injustificado miedo a la muerte o a morir. Se puede manifestar como miedo al fallecimiento propio y/o al de seres queridos, y/o a enfermedades que desemboquen en eso. Y en muchos casos aparece conjuntamente con la llamada necrofobia, un miedo obsesivo a cosas muertas.
Etimología de «ataque de pánico», el dios Pan
El nombre médico otorgado por la OMS en 1980 a esta afección, Ataque de Pánico, está compuesto por dos términos, «ataque» y «pánico». Analicemos ahora sus significados, implicancias y etimologías.
El vocablo «ataque» para la medicina implica siempre un trastorno brusco y repentino de la salud debido a una enfermedad o sentimiento. Filológicamente el verbo transitivo «atacar» proviene del italiano attacarre que significa pegar o trabar (ej.: «trabar un combate»). Dicho término proviene del germánico stak que quiere decir estaca. Lo que es llamativo a la hora de analizar esta crisis, ya que se la puede concebir como una «estaca» psíquica, el sujeto en esos períodos pierde su capacidad volitiva al punto de quedar anclado, estacado en el lugar sin poder moverse hacia donde lo deseaba hace instantes, cual péndulo del tarot marsellés.
Por otro lado la dicción «pánico» para el diccionario refiere a un miedo intenso, especialmente a «el que sobrecoge repentinamente a un colectivo en situación de peligro, como por ejemplo el temor masivo que sufren las manadas y rebaños ante el tronar y la caída de rayos».(5) Lo que en el caso de un sujeto en crisis no es sino su «colectivo yoico», desde la perspectiva de la multiplicidad egoica propia del ser humano, su frágil cohesión psíquica y su endeble unidireccionalidad anímica.
Etimológicamente, la palabra «pánico» proviene del griego panikón, que significa miedo inmenso y paralizante. Este vocablo griego se puede dividir en dos partes, por un lado pan y por el otro ikón. El último segmento refiere a un icono, algo inmenso y simbólicamente portentoso, ante lo cual sólo se puede quedar atónito o absorto (ej.: «Cuando vi por primera vez la pirámides ¡quedé absorto!»). Y pan es un nombre griego propio del semidiós helénico de los pastores y los rebaños. Hijo del inquieto dios Hermes, aquel semidiós era identificado como un fauno. Según una antigua tradición, cuando Hermes pastoreaba los rebaños de Driops, (6) no perdió el tiempo y tuvo una relación carnal con una de sus hijas, de la cual nació Pan. Semidiós, mitad hombre y mitad dios, por tener un progenitor humano y otro divino. Se lo describe con sus miembros inferiores en forma de macho cabrío y el resto del cuerpo con apariencia de hombre. Con dos cuernos en su cabeza, una barbilla prominente y todo el cuerpo cubierto por una espesa capa de pelo.
Cuenta la leyenda que Pan hacía repentinas apariciones, especialmente ante bellas damiselas, generando un terror súbito en ellas… ¡Un «ataque de Pan»! Hoy en día, analizándolo desde la técnica de amplificación junguiana, (7) dichas «damiselas» no simbolizan sino el mismo psiquismo humano, aterrado ante ciertas creaciones propias del dios Hermes, insignia de la enmarañada mente del Hombre.
Ahora analicemos la filología del término preferido por médicos y psiquiatras clásicos, el de «crisis de ansiedad». Se dice que «en chino crisis quiere decir oportunidad». En los acuarianos (8) tiempos que corren, esta trillada frase se utiliza para arrojarla a quien está transitando un mal momento, ¿una suerte de «mi más sentido pésame» new age? Pero, como siempre, todo mito contiene algo de verdad y algo de mentira. Y se equivocaba John F. Kennedy cuando popularizó esta frase (9), ya que si bien en chino la palabra «crisis» tiene cierta similitud con «oportunidad», no son sinónimos para nada. (10) Sin embargo, es verdad que una crisis, siempre que se la sepa interpretar, representa una posibilidad de aprendizaje. Incluso en las suscitadas crisis de ansiedad. Nos interpelan para potencialmente conocernos más en profundidad, develan de forma cifrada aspectos reprimidos de nuestra psiquis, los cuales pujan por expresarse, lo que nos recuerda que «síntoma» para el psicoanálisis no es sino una satisfacción sustitutiva, es decir, un símbolo de «otra cosa». Es decir, los síntomas hablan, pero lo hacen en su idioma, el cual hay que descifrar.
Concretamente hablando, la palabra crisis proviene del griego krisis, y éste del verbo krinein que significa «separar» o «dividir». Se dice que «crisis» es una rotura o ruptura que requiere de un análisis «crítico» y, digamos, resignificante. Dejando así en evidencia una de las funciones más importantes del análisis consistente en algo así como el estudio del ¿porqué se rompió? y ¿cómo arreglarlo para que quede mejor?
Y por último, «ansiedad», descendiente lejana del término indoeuropeo angh, que implica algo estrecho y doloroso. Algo así como la sensación en el pecho que sienten la mayoría de los afectados.
Etiología psíquica, la función paterna
Además de la etimología de un término referente a su origen o procedencia léxica que explica su significado y forma, también podemos examinar a lo que Sigmun tituló la etiología psíquica, consistente en la crónica de un trauma nuclear que da inicio a un complejo o trastorno psicológico, siendo la definición de etiología el estudio del origen o causas de las enfermedades.
Si bien Freud, asignándole el nombre de Neurosis de Angustia y a su síntoma correlativo «ataque de angustia» relaciona esta patología con una insatisfacción sexual por diversas problemáticas subjetivas u orgánicas, considerándola entonces cómo una Neurosis Actual, según lo cual no hay que buscar sus causas en la niñez. Aquí nos apartaremos de este punto al menos por considerarlo relativo o mixtura con causas siempre más primarias que las «actuales» por él descriptas en su obra «Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad de «neurosis de angustia»» (1895 [1894]) de la cual recomendamos su lectura para más especificidad. Vamos a tratar su etimología, sin descartar la facilitación somática de orden sexual por él detallada allí, la cual puede aparecer claramente o no tan clara hoy en día en pacientes con esta dolencia en oposición a los tratados por el maestro allá y entonces, más bien lo tomaremos como una fobia no estructurada. Es decir, un principio o mixtura de Histeria de Angustia, termino psicoanalítico para separar a la Neurosis Fóbica.
El padre del psicoanálisis bien habría esbozado una hipótesis que conecta una fallida función paterna vivida en forma temprana por los afectados por distintas fobias, tomando como referencia al emblemático «Análisis de la fobia de un niño de cinco años» (1909), denominado «El caso Juanito» o «El caso del pequeño Hans». Pero no lo hizo, sino que dejo esto para su caso denominado El Hombre de las Ratas. Y no fue sino Lacan quien atribuyo este fallo al padre de Juanito. Este era un niño con fobia a los caballos lo que, debido a la época referida en que vivió su infancia, desembocó en una inhibición a salir a la calle. (11) Nada se sabía entonces de los hoy ya famosos ataques de pánico, pero bien nos podríamos servir de aquel análisis, especialmente en tanto y en cuanto en mi experiencia clínica la mayoría, sino todos, los afectados comparten con Juanito (o Hans) el mismo destino de antaño: un padre fallido en su función, ya sea por exceso o déficit, lo que concatena la falta de coto a la función opuesta complementaria, la materna.
Bien. Siendo más precisos, Freud se detiene en este caso (Juanito) para así corroborar sus descubrimientos revelados en La interpretación de los sueños (1900) y Tres ensayos sobre una teoría sexual (1905), cuestión que no llega a él sino por intermedio del padre de Hans, quien era musicólogo y ha de realizar el análisis junto a Freud. Lo resumiré brevemente como sigue:
Cuando Juanito tenía cuatro años y estaba de paseo, contempló una escena que lo aterró, un caballo que tiraba de un pesado carro se desplomó en la calle. A partir de ese momento padece una grave fobia hacia los caballos, y más específicamente a que «los que tienen algo negro en la boca» lo muerdan.
Que el caballo se desplome y muera, y que pueda morderlo, es para Freud un símbolo del padre. Con un gran «hace-pipí» (neologismo de Juanito), como el de aquel y «algo negro» en la boca que puede parecer un bigote.
Según la teoría psicoanalítica, Juanito, y todo niño afectado por el complejo de Edipo (ergo, para él todos), desean inconscientemente la muerte de su padre para poder estar más tiempo con su madre. Tales deseos le producen sentimientos de culpabilidad y vergüenza que en este caso se resuelven en angustia a los caballos. No debe extrañarnos la ambivalencia de los sentimientos de un niño, ama a su padre y al mismo tiempo desea su muerte. Dice Freud que «de tales pares de opuestos se compone la vida de sentimientos de todos los hombres». Estas fantasías edípicas tienen un trasfondo sádico, Juanito confiesa que le gustaría azotar a los caballos.
Por otro lado, el miedo a la castración tiene su origen en una advertencia de su madre. A la edad de tres años, Juanito acostumbraba a jugar con su «hace-pipí» pero ella le advierte que si juega demasiado con él «se lo cortarán».
Y también, un elemento primordial en el surgimiento de la fobia está relacionado con el nacimiento de su hermana menor. La presencia del bebé le roba aún más tiempo de su madre, no puede evitar desear la muerte de su hermanita, fantaseando con que la madre la deja ahogarse en la bañera.
Al fin, la curación tiene lugar a partir de que los padres le explican cómo vienen exactamente los niños al mundo, lo cual redunda en un alivio notable de su fobia. Y el proceso se completa gracias a dos fantasías de Juanito: en la primera se ve a sí mismo como el «papi» casado con la «mami» y en lugar de eliminar al padre, lo relega al rol de «abuelo». La segunda repara el miedo a la castración, un instalador (algo así como un plomero de hoy en día) llega a la casa y él fantasea que le ha cambiado su «hace-pipí» por otro más grande. (12)
Cómo dijimos, análisis posteriores del caso hechos por Lacan y sus seguidores, tomando ciertos pasajes del texto original de Sigmun Freud (los veremos posteriormente) y estudios biográficos ulteriores de Hans y su padre, destacan la postura de «amigo» que el progenitor tenía hacia el niño y también los prolongados momentos de ausencia debido al trabajo. También su falla al ponerse como objeto de deseo de la madre para articular el complejo de castración en su hijo quien queda ubicado como falo de la madre. Ella, al decir de los Lacanianos «hacia lo que quería con el niño», estamos hablando entre otras cosas del colecho prolongado. Esto, por así decirlo, le impedía sentir el sano temor reverencial que todo niño experimenta por un padre, al decir de Winnicott, lo suficientemente bueno. Desde la perspectiva junguiana, el arquetipo paterno, en contraste con la realidad, es atribuido en tanto temor a objetos exteriores al yo (padre-madre-caballo) y, en última instancia, (más allá de este caso en particular) las fantasías edípicas se introyectan como miedo a la propia muerte (tanatofobia). Pero recordemos que para Freud no existe inscripción de tal cosa (muerte) en lo inconsciente, lo cual no es sino siempre símbolo de castración.
Entonces, en términos etiológico-psicoanalíticos, la representación inconsciente, reprimida y temida, cuyo monto de afecto se ha mudado en miedo a objetos externos o a la misma muerte, es hacia el padre castrador y, concomitantemente –gracias a las leyes propias del inconsciente–(13) a la madre, digamos «cocodrilo» de Lacan, la madre devoradora.
Al decir del propio Freud: «Sus padres, identificados con mis teorías, habían convenido educar a su primer hijo con el mínimum de coerción estrictamente preciso para mantener las buenas costumbres … dejarle formarse y manifestarse sin intimidarle … No debemos tampoco olvidar a este respecto que (Hans) permaneció a veces solo con la madre, ya que el padre no podía faltar de Viena constantemente durante el transcurso de las vacaciones … de modo que su libido ha podido retornar indivisa y completa a la madre. La angustia corresponde, pues, a un deseo reprimido, pero no es lo mismo que el deseo. Hemos de tener en cuenta la represión … La angustia perdura aun cuando el deseo pudiera ser satisfecho. No puede ser ya totalmente retransformada en libido. Hay algo que la mantiene en la represión. Así se demuestra en Juanito cuando al día siguiente sale ya de paseo con su madre … sin embargo tiene angustia».(14) (Lo entre paréntesis y el destaque es mío)
Ese algo no es sino el insipiente superyo. La necesidad homínida e inconciente… ¡arquetípica! de un sano temor al padre, como elemento constitutivo y organizador de nuestro psiquismo, lo que es a veces coloquialmente expresado como «límites», «amor» o «respeto». Componentes funcionales que deben cocerse en el punto justo, ni más ni menos. Mayúscula tarea la propuesta por Winnicott, la del padre suficientemente bueno. Un semidiós cual Pan, mitad hombre en tanto barrado y mitad dios en cuanto ley.
Teoría conspirativa, ¿verdad o mito?
Al margen, la palabra «mito» no equivale necesariamente a «mentira», como se interpreta ordinariamente, sino que vale como algo que si bien no es comprobable empíricamente tiene su eficacia simbólica, lo que implica un valor de realidad psíquica, a la cual Freud denominó como más sustantiva para nuestra subjetividad que la realidad misma, contradiciendo quizá a Aristóteles (o a Perón, si se quiere) en su celebre frase «la única verdad es la realidad».
Al punto: existe una teoría conspirativa que explica la inusual presencia de esta crisis en el hombre moderno por una incepción intencional de parte de los países dominantes, es decir de Europa y de Estados Unidos, contra el resto del mundo, especialmente Latinoamérica. Esto a través de los medios masivos de comunicación (publicidades, cine, series y demás), mediante contenidos subliminales. Ahora bien, siendo yo un convencido de la existencia de servicios secretos de inteligencia que actúan activamente en instrumentos masivos para establecer distintos órdenes «a la carta» a nivel mundial, en este caso particular me resulta altamente improbable. Es verdad que no hay registro histórico de la existencia del tratado trastorno más allá de los últimos años, ni asomo similar nomenclatado en forma distinta, no a este nivel tan masivo. Pero no es verdad que no se encuentre a nivel mundial, globalizado. Ergo, también se lo puede hallar en Europa y Estados Unidos.
Propongo que más vale se trata de un mal endémico a nivel mundial, propio de la modernidad tardía, lo cual dista mucho de ser un «mito» como refieren en otros sitios. Es natural que un orden social positivista globalizado en un nivel sin precedentes, que toma como realidad única y exclusivamente a lo empírico y explicable por la razón, que da más valor a las cosa y al dinero que a las personas mismas, que ha perdido de vista el valor humano de lo simbólico y su dignidad, edificando un Hombre moderno que, alejándose de su fuente y su esencia mítica, deja de ser simbólico y pasa a ser explícito, desencuentra interioridad. Digo, no es extraño que surjan trastornos en el mismo horizonte, no sólo en lo somático, sino que también en lo psicológico. Una sociedad que extrañamente no se da cuenta de que analizando cuál fue el destino de un líder intelectual sabrá cuál ha de ser el que le depara a sus seguidores…(15)
Nuestra mente puja por expresar subjetividad simbólica, está constituida intrínsecamente de ello, en una cuota más profunda que soma y cogito.(16) Pero con esto no estoy diciendo que los afectados sean siempre sujetos que no tomen contacto subjetivo con el orden de lo simbólico, empero el mundo moderno difícilmente brinda terreno fértil donde expresarlo, lo que entonces no termina ocurriendo sino mediante sustancias o peor aun, ¡en el diván!(17) No es extraño que se haya vinculado a la tratada afección con el consumo de drogas, especialmente con la marihuana. Y si bien todavía no se pudo ligar científicamente con esta causa, ya que sujetos que no las consumen son afectados, es notable la mejora en quienes consumían y dejan de realizarlo en tratamientos «antipánico».
Por otro lado, pareciera que a los maquinadores se les olvidó lanzar sus virus virtuales en países orientales, en donde abundan las expresiones simbólicas, a través de distintas filosofías, religiones, misticismos y esoterismos, donde no se oye nada o casi nada de «ataques de pánico», salvo en regiones occidentalizadas… ¿Quizás a los confabulados les ocupe más allí el negocio de la guerra, la usura y el petróleo?
Confieso que lo anterior no es sino una conjetura instrumental, (18) ya que no tuve acceso a estudios epidemiológicos al respecto, comporta una hipótesis teórica de trabajo, aquí sustentada con los argumentos presentados y apoyada por la opinión de varios profesionales médicos consultados, los cuales habiendo viajado a dichos países conocen de la situación allí. ¿O será que este trastorno no se comporta allí como en occidente, resolviéndose de una manera aparentemente más sana… la Fe?
Lo cierto es que es altamente improbable que la efervescencia de los panic attack se deba a un complot direccionado, por más que claramente los medios occidentales conspiren contra el simbolismo humano a diario, en un proceso al que un gran músico y compositor argentino denominó «vaciamiento».(19) Pero esto no sucede sino a nivel global, no es exclusivo de una u otra región salvo por su conjeturado predominio occidental, y genera perjuicios mucho más allá de este o aquel territorio, o este o aquel trastorno. Y, como decíamos arriba, en los países donde este modo de episteme positivista extrema no parece surtir un impacto profundo, el ataque se perpetúa de otras maneras, sí más violentas pero al parecer no así de efectivas, las guerras de oriente.
Y por último, también existen teorizaciones positivistas al respecto que dicen que estos ataques panicosos no se trata sino de restos filogenéticos, heredados de nuestros antecesores mamíferos, los que precisaban de este terror, cual en Zootopia, para huir oportunamente de sus depredadores. Lo dejamos al mundo darwiniano. Y quién sabe, quizá…
Primer contraataque, la respiración yogui
Distintos profesionales y autores han tomado de disciplinas propias de aquellos países orientales diferentes métodos de relajación para así «contraatacar» al tratado semidiós griego. Y, más allá de creencias conspirativas, una razón realmente válida por la cual es relevante pensar en métodos de digámosle, meditación oriental, para tratar los ataques de pánico, es que este trastorno en general opera en personas con personalidad controladora obsesiva, a los cuales ayudan muchísimo estas técnicas.
Antes que nada (o que todo) me resulta relevante destacar aquí que si bien es una realidad empírica que estos métodos orientales, en general de meditación, son efectivos para calmar las crisis, rara vez llegan a extirparlos de cuajo, debido a que, más allá de la sintomatología y más acá de las influencias exógenas y endógenas que puedan provocarlos, si no se indaga a fondo en lo visto en un título anterior, su etiología, es raro poder sanarlos completamente. Veremos luego de este apartado mi propuesta psicoterapéutica sobre qué y cómo es lo más efectivo para desterrar terminantemente a Pan de nuestras vidas, lo que no propongo sino con una terapia seria e integral, la que comprehende (sí, con «h»)(20) que «curar» no es lo mismo que acallar síntomas, aunque lo segundo sea sí lo más urgente.
Ahora nos detendremos en uno de aquellos métodos, el que considero más efectivo, propio del yoga tántrico, o más vale del yoguismo en general, ya que es practicado por diversas escuelas de dicha tradición vedántica.
Es sabido, en el ámbito yogui, que respirar a través de la fosa nasal izquierda tiene efectos sedantes, y que respirar vía fosa nasal diestra tiene un efecto energizante. Veamos cómo combinarlo para la sanción de las crisis mediante el siguiente ejercicio:
- Sentarse de forma sencilla con la espina dorsal recta y los hombros bajos. (Si Pan te sorprende en una situación en la cual no puedes sentarte, este paso puede ser obviado, sólo asegúrate de tener la espalda erecta.)
- Cierra con el pulgar derecho la fosa nasal diestra. (Si estás rodeado de gente y te da vergüenza, ¡realízalo disimuladamente!)
- Inhala a través de la fosa nasal izquierda. Luego cierra la fosa nasal izquierda con el dedo meñique de la misma mano y exhala el total del aire a través de la fosa nasal derecha. (Puedes trocar a los dedos que te queden más cómodos.)
- Inhala a través de la fosa nasal derecha, y continúa así, siempre inhalando por la fosa nasal que has exhalado.
- Las inhalaciones no deben ser profundas.
- El ejercicio debe durar entre 5 y 10 minutos.
- Optativo: Se puede agregar una pausa entre cada inspiración y espiración, según la siguiente fórmula: t2 – t – t2 – t. Donde t equivale al tiempo. Es decir que en esta respiración la pausa es de la mitad de lapso que cada inhalación o exhalación. (Ejemplo: Inspira 4 segundos – pausa 2 segs. – espira 4 segs. – pausa 2 segs. y así.) Y pueden ampliarse los t (duraciones de la respiración) conforme el hálito se haga más sosegado, pero recuerda que es importante no hacer inhalaciones muy profundas en el caso de estar transitando esta afección, ya que la hiperventilación no es de ayuda en estos procesos sino que todo lo contrario.
En general, estos métodos son utilizados por terapias cognitivo-conductuales, sistémicas, terapias transpersonales, como la Junguiana, y en algunos casos gestálticas, contando con cantidad de experiencias que avalan su efectividad, pero como dijimos, en tanto reducción o sanación de síntomas y no más.
El tratamiento, tres cerebros, tres técnicas
Ahora, luego de una introducción teórica, propondré cuál es el tratamiento que yo ofrezco y aconsejo para curar las crisis de ansiedad efectiva y totalmente, en tanto síntoma y patología. Lo que, como se verá a continuación, no descarta el método descripto supra.
Para comprender cómo curar los ataques de pánico, primero hay que saber cómo funciona la mente humana y para esto se debe tener algún conocimiento sobre su soporte físico, el cerebro. Gurdjieff decía que el ser humano es un edificio de tres pisos que procesa energía. Lo que a nivel cerebral equivale a decir que el Hombre es un ser tricerebral. Estructuralmente, nuestro cerebro es tripartito o por decirlo de otra forma, tenemos tres cerebros. Este punto se apoya en el modelo del «cerebro triúnico» o «cerebro triuno», propuesto por Paul MacLean.
El primer cerebro, tomando el orden de aparición evolutivo-cronológico, es el cerebro básico o reptiliano, su localización es en la parte posterior de la caja craneana con prolongación directa a la médula espinal (en la imagen: «cerebro de reptil»), el cual forma parte del sistema nervioso central y se comunica con los otros dos cerebros por medio del sistema reticular, primero hacia el segundo cerebro y luego hacia el tercero. De modo que el hombre cerebral es primero sensación y percepción, a través de los sentidos. Es el cerebro que se encarga de nuestros movimientos más básicos y reflejos, equivale al centro gurdjieffiano instintivo-motor.
El segundo cerebro, el límbico o mamífero (en la imagen: «cerebro de mamífero»), está ubicado debajo de la neurocorteza, detrás de la nariz. Encargándose de los sentimientos. Este cerebro gobierna lo que es llamado el centro emocional.
El tercer cerebro es el denominado neocórtex, tiene por función principal el pensamiento y es el que diferencia a los humanos del resto de los animales, por eso se lo llama también cerebro humano (ID. en imagen). Son los pensamientos capaces de dilucidar todo tipo de problemáticas. Este cerebro gobierna al centro intelectual.
Ahora bien, esta división propia de la neurociencia, más allá de la preocupación positivista del dónde, del cómo y del por qué, más bien nos interesa pensarla como tres aspectos intrínsecos del ser humano, de su mente, los tres «pisos» nominados así por el gran maestro de danzas.(21) A cada piso le corresponderá un tipo de terapia y en ocasiones un tipo de diagnóstico diferencial pero complementario. Es mi postulado que comporta un error metodológico la utilización de técnicas psicoterapéuticas que aborden un solo aspecto, o dos, de los arriba mencionados dejando por fuera los otros. Es decir que no contemple la integridad de los tres pisos notados antes como centro instintivo-motor, centro emocional y centro intelectual. Se incurriría en las desventuras clínicas que mencionaré en los títulos que siguen. Se impone la necesidad de amalgamar distintas teorías y prácticas para una terapia integral que solucione de cuajo el problema, algo propio de la preocupación junguiana. Terapia que no se comporte sólo como multi e inter, sino que también como intra y transdisciplinaria (22), clínica a la que denominaré Psicoterapia Tridimensional.
Centro intelectual: neocórtex, análisis y más análisis
Se aborda aquí la comprensión intelectual o racional de lo que le pasa a un sujeto afectado por un trastorno determinado, como puede ser una crisis de ansiedad. Se puede realizar desde todo tipo de teorías modernas y tradicionales, todas más o menos válidas. En el caso de la psicoterapia, la más utilizada en los últimos 100 años es el psicoanálisis. Y la que a mí me toca deriva de éste, el análisis junguiano. Métodos formidables para comprender la etiología y diagnosticar certeramente… Pero (hay un pero), como lo demuestra la práctica y la concurrencia de decenas de pacientes a mi consultorio, y al de conocidos, rezando la misma oración, palabras más palabras menos: «Lo entiendo intelectualmente, pero no puedo abandonarlo«, deja evidenciada una falta no menor y subestimada por psicoanalistas clásicos en su metodología.
El mismo Freud se lo preguntaba, «¿análisis terminable e interminable?», tanto es así que este párrafo no es sino el título de uno de sus más famosos e interesantes textos de 1937. En el que luego de teorizar y experimentar sobre distintos artilugios para acortar el análisis, tales como el trabajo con la designada angustia de nacimiento propuesta por Otto Rank y la fijación de un límite de tiempo para el análisis. Y por último, al no obtener el éxito buscado, dejando el campo abierto a nuevas investigaciones que sean más efectivas en esta dirección a futuro. (Aconsejo su lectura.) Muchos temas son abordados en dicho artículo, la envidia al pene, la pasividad de los hombres hacia otro macho, la alteración yoica, pulsión de vida y Eros, factores cuantitativos, hereditarios y traumáticos, etcétera, pero siempre lo más importante resuena con el título sin resolverse. Entonces, esto nos lleva a concluir que, en palabras de la psicoanalista Miriam Figliuolo, «tal formalización (freudiana) de un tope estructural a la curación dejará las vías abiertas a nuevas perspectivas de interrogación, y será Lacan quien, con su lectura de Freud, avanzará ofreciéndonos otras salidas a este impasse freudiano».
Aunque, como sospechamos, esto no es tan así ya que lejos están los sagaces lacanianos de reducir tiempos. Aunque sí las mismas entrevistas al son de «duración variable de sesión» o «sesión corta», arguyendo que «el inconsciente es atemporal» y en pos de una supuesta «dialectización transferencial», interrumpen las sesiones, timando a sus pacientes con entrevistas a veces menores a 10 minutos. Cosa que, hoy es sabido, el ariano Jacques no aplicaba sino para atender un número mayor de pacientes y así tener más discípulos, ergo más reconocimiento y poder en el mundo psicoanalítico de la segunda generación.
En mi caso, sí utilizo la duración variable de sesión pero nunca así la «sesión corta», ya que considero que siendo verdad que el inconsciente es atemporal y que es bueno poner un coto a cada sesión en el momento justo, no es justo (valga la redundancia) especular con la buena predisposición, el tiempo y el bolsillo de los sufrientes. Por esto mis entrevistas no duran menos de 45 minutos, y casi nunca más de una hora y media.
En conclusión, ya sea por conveniencia o desacuerdo pocos osaron ahondar en tales nuevas perspectivas de interrogación. Y digo «conveniencia»sí, ya que al hacer el frío cálculo, un paciente acudiendo a análisis por más de 20 o 30 años, según honorarios, equivale a un humilde departamentito suburbano… Hablando de Pan, «al pan, pan y al vino, vino»¡¿o no?!
Quizás la asociación libre no sea tan libre al fin y al cabo, tal vez (seguro) opere la censura, resistiendo, obturando y direccionando el discurrir inconscientemente, por más sumiso que desee o pretenda ser el paciente, quizás la atención flotante no sea tan flotante sino que la contra transferencia y la pulsión de supervivencia(23) pueden inmiscuirse en el caso; quizás esto explique menuda religión no-dominical pero sí confesionaria de diezmo y diván, con sus profetas y santos. Habrá entonces que agregar algo del orden de la eficiencia a este, un método peligroso,(24) para ganar en eficacia, reduciendo tiempo e inversión. Y quien más que un psicoanalista puede decir «time is money!«.
Hablemos, entonces, de ese nuevo algo…
Centro emocional: límbico, soñar no cuesta nada
Por más que Lacan se enoje,(25) el lenguaje de las emociones no es verbal sino imaginal, no son las palabras sino las imágenes (imágenes visuales, auditivas y sensoriales, también tres). Pregúntenle sino a un productor hollywoodense. Es lo que nos emociona de una película o un relato, contactar con su imagen, su significado más valioso está en el retrato y no en el texto… (¡No amamos con palabras!) Tales imágenes son las que a veces provocan impactos emocionales que cambian radicalmente nuestras vidas. Nuestro inconsciente más profundo, así como nuestra más temprana niñez, no está hecho sino de imágenes, es por esto que no soñamos palabras sino imágenes. Y son las clínicas junguianas, mediante su imaginación creativa y su hermenéutica onírica, y la sistémica, con su hipnosis moderna o ericksoniana, a mi humilde entender, las que más y mejor trabajan en este segundo piso, centro emocional o plano mamífero.
Mi experiencia clínica, principalmente realizada con «neuróticos normales», me ha demostrado que los problemas que mayormente traen estos pacientes no son de índole psicológico-intelectual. No comportan estupicias o retrasos mentales, sino que son estrictamente emocionales. Entonces, al querer abordarlos exclusivamente desde una óptica intelectual, con el lenguaje propio del intelecto y el neocórtex –palabras– rara vez se «toca el hueso», el núcleo queda inalterado, imposibilitando una transformación sincera. He aquí la contrariedad de entender algo intelectualmente pero no poder dejar de hacerlo así. He aquí el problema del eterno diván, pero no hay más ciego que el que no quiere ver… La patología del neurótico promedio radica en lo emocional, y como tal se le debe «hablar» en el lenguaje apropiado: imágenes.
Pero Freud descartó la hipnosis, vía regia de acceso al inconsciente «conscientemente» como productora de ensoñaciones, debido a que no encontró en ella soluciones radicales. La culpa no fue de la hipnosis misma, sino del tipo de sofrología que él utilizaba y de cómo lo hacía. ¿Por qué? Por un lado, es sabido, confesado por el mismo Maestro, que no era buen hipnotista, de hecho no soportaba la atención sostenida de otros sobre sí (de allí nace el diván, más allá de que el método es innegablemente potente). Por otro lado, la hipnosis clásica aprendida por éste con Charcot en la Clínica de la Salpetriere es de carácter impositiva, es decir, que por más que se hipnotice correctamente al paciente se trabaja con órdenes verbales directas, no con imágenes sugestivas. Y por último, al ser una hipnosis que lleva a los pacientes a un trance profundo (Z3) las resistencias no afloran y no se puede trabajar con ellas, uno de los puntos más importantes a elaborar en la clínica.
La escuela francesa de Nancy , antagónica a la Salpetriere, en la cual Freud aprendió algunas técnicas pero desconoció su evolución, desarrolló otro tipo de sofrología. Esta fue retomada a posteriori por Milton Ericsson, y en general es hoy denominada como hipnosis moderna. Con ella se trabaja con distintos métodos de entrada en trance a través de la imaginación, los cuales no desembocan sino en un trance medio (Z1 o Z2) que permite la labor con las valiosas resistencias. Este tipo de hipnosis, inductiva y no imperativa, bien aplicada y llevada con un tratamiento integral, produce cambios profundos y duraderos en las personas, ya que se visualizan conflictos hondos en breve tiempo, permitiendo un rápido diagnóstico, elucidación etiológica y terapia más breve. A lo que el psicoanálisis ortodoxo suele demorar años en arribar.
La hipnosis moderna habla el lenguaje de las emociones, que es donde está el corazón de los conflictos neuróticos, por lo tanto las damiselas (emociones) responden de buen grado. Y, como dijimos, dentro del ámbito junguiano siendo análoga a la hipnoterapia encontramos a la imaginación activa.(26)
¿Pero no es acaso la hipnosis un método maquillaje? Claro… eso es lo que enseñan en las universidades gobernadas por monopolios teóricos psicoanalíticos, tales como la Universidad de Buenos Aires. En las cuales poco y nada enseñan y saben sobre teorías y técnicas diversas, pero no reparan en desmedrar cualquier alternativa desconocida. Cual dogma del «porque así lo dijo fulano», critican el criticar con desconocimiento profundo de las grandes teorías freudiano-lacanianas, pero no se refrenan el defenestrar a otros autores desconocidos por ellos juzgándolo apresurada y peyorativamente de «psicoterapias», como quien mira por encima del hombro a un pobre imbécil.
En el caso de la hipnoterapia propuesta por Charcot en la clínica de la Salpetriere, y luego continuada como hipnosis clásica, aquel interrogante es cierto. Aunque a veces, siempre pasa, especialmente cuando de «síntomas cascaron» se trata, resultan del todo efectivas. Pero la hipnosis moderna cala en capas profundas del la psiquis, en la niñez, honduras que no están compuestas sino por imágenes. La realidad y «nosotros estamos hechos de la misma materia que los sueños«, máxima de William Shakespeare que luego las neuro ciencias vendrán a corroborar experimentalmente, verificando que se producen los mismos fluidos y movimientos neuronales al soñar con algo que al verlo en la realidad. ¿Increíble no? Ya lo decía Lacan, a su modo arrogante pero cierto, que «sólo los idiotas creen en la realidad del mundo, lo real es inmundo (sin mundo) y hay que soportarlo». Pero esto es material de otro tratado.
Además de los métodos hipnóticos, podemos nombrar otros tantos, que utilizados en concomitancia con una clínica que examine la psiquis profunda llegan a ser igual de efectivos. Quiero destacar entre ellos al EMDR (eye movement desensitization and reprocessing – desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares) e invitarlos a leer un articulo de mí autoría sobre el tema.(27) Éste resulta uno de los procedimientos más destacados por estudios de validación que avalan su eficacia en este tipo de dolencias. Similar a éste, y muchas veces utilizados a la par, es el EFT (emotional freedom technique – técnica de liberación emocional).
Otra técnica destacable es la mencionada interpretación de los sueños como hermenéutica onírica, y dentro de ello la realizada bajo la pericia analítica junguiana, superlativa frente a la psicoanalítica, afirmación que no parte de mi persona, ni de junguianos o freudianos, sino que de la experiencia de mis pacientes, desde sus propias declaraciones.
Es fundamental relevar, y no me canso de aclararlo, que acudir a estos instrumentos sin un análisis profundo de lo tratado en el apartado centro intelectual –neocortex– sólo produce alivios sintomáticos fugaces, tan rápidos como efímeros. Escuché una vez a un viejo sabio del sufismo, en el contexto tradicional de interpretación de sueños ritual, decir que «cuando uno puede explicar su problema clara y sinceramente, es por que está muy cerca de resolverlo«.
A continuación explicaré uno de estos tantos métodos, como una parte de ese algo de lo que hablábamos en el apartado anterior.
Existen infinidad de técnicas de autohipnosis, la siguiente es una de Elizabeth Ericsson. Antes de detallarla deseo advertirles que si bien es muy difícil llegar a autohipnotizarse solo, ya que uno no sabe de qué se trata ni «para dónde hay que ir», y en general las primeras veces se requiere de un coordinador externo, alias hipnotista. Pero… si quieren intentarlo… a no sentirse defraudados si no llegan a un trance profundo las primeras veces, esto es debido a la dificultad inicial que les mencioné, pueden contentarse tan sólo si alcanzan un grado de relajación aunque sea leve, para empezar.
1. Postura
Elije una posición que puedas mantener durante el tiempo que dura este proceso. Puede ser sentado o acostado, aunque la posición sentada es la mejor para no dormirse. Entonces, busca que el cuerpo esté centrado y fija la mirada en un punto, justo frente de ti.
2. Tiempo
Determina el tiempo que piensas dedicar a esta técnica y verbalízalo. Por ejemplo, «voy a hacer autohipnosis durante 20 minutos«.
3. Objetivo
Verbaliza entonces aquello que quieres conseguir con este ejercicio. Por ejemplo, «confiar en mí y en la vida«. O lo que quieras lograr, es importante utilizar las palabras que sientas más afines.
4. Estado
Haz una última verbalización sobre cómo deseas estar cuando termine la experiencia. Por ejemplo, «cuando termine me voy a sentir calmo y relajado«. Puede fluctuar entre muy despierto, relajado, a listo para dormir profundamente y descansar para comenzar renovado el próximo día.
5. Proceso
Se divide en tres sentidos: visual, auditivo y táctil, como veremos a continuación.
Exterior:
VISUAL
Mirando delante presta atención a 3 cosas, una por vez. Ve despacio fijándote brevemente en cada una. Es preferible que sean cosas pequeñas tales como picaportes, manchitas en pared, ángulo de mesa, etc. Se pueden nombrar cuando se las ve, para hacer una enumeración implícita que «duerma» el hemisferio izquierdo.(28)
AUDITIVO
Ahora presta atención a 3 cosas que escuchas, una por vez. Con la misma consigna que lo anterior.
CINESTÉSIA
Ahora, presta atención al canal cenestésico, fíjate en 3 sensaciones, una por vez. Es útil usar impresiones que normalmente escapan a nuestra consciencia, como por ejemplo el peso de los anteojos, la textura de la ropa, la forma en que se siente el reloj de pulsera sobre la piel, partes duras y blandas del asiento, suaves o rugosas de sabanas o almohadas, etcétera.
Luego, continúa el mismo proceso pero con 2 impresiones de cada sentido.
Después realiza el mismo proceso pero con 1 impresión de cada sentido.
Y hasta aquí es la parte exterior de la experiencia, ahora viene la interior.
Interior:
VISUAL
Ahora piensa en una imagen, sin demasiado esfuerzo, lo primero que venga a tu mente en ese momento. Puede ser un punto luminoso, una playa, se puede utilizar lo que sea. Si no aparece nada ¡se puede usar la misma nada! Y puedes ponerle un nombre.
AUDITIVA
Luego, haz una pausa y espera que aparezca un sonido en la memoria, o en todo caso genera un ruido y ponle un nombre, cualquier nombre, de persona, de hombre o mujer, de cosa. Aunque esta parte sea la interior, se puede utilizar un sonido que se escuche desde el exterior, siempre es preferible utilizar las cosas que se escuchan a dejar que nos distraigan.
SENSITIVA
Después intenta ser consciente de una sensación y dale un nombre. Es mejor utilizar la imaginación, por ejemplo, «siento el calor del sol de la playa en un brazo» o «la lluvia«. Y sucede lo mismo que con el sentido auditivo, es preferible incorporar un estímulo exterior a que éste nos distraiga si eso está sucediendo.
Ulteriormente, repite el proceso con 2 imágenes, 2 sonidos y 2 sensaciones.
Y por último con 3 imágenes, 3 sonidos y 3 sensaciones.
Probablemente, no llegues a esta instancia y que ya para entonces estés profundamente relajado o dormido. Y si no es así pero tu estado ha sido apaciguado, como decíamos, ¡ya con esto es un montón para empezar! Comprobarás que poco a poco los objetivos fijados al principio del trabajo se van alcanzando. Y si deseas continuar con el mismo ejercicio por más tiempo puedes reiniciarlo nuevamente pero al revés, de la siguiente manera: luego de terminado el ciclo detallado puedes ir sumando estímulos internos, de 1 a 3, y luego externos, de 1 a 3. Y luego volver a desagregarlos reiniciando las veces que desees.
Cerebro reptil: le ganarás a Pan con el sudor de tu frente
En mi criterio todo lo anterior quedaría incompleto sin el punto que ahora nos toca. La sutura de la acción. La utilización de la voluntad y su fortalecimiento. Es importante saber que si no hay voluntad de parte del paciente no habrá cambios. Muchos dolientes acuden a psicólogos, terapeutas, chamanes o brujos en busca de soluciones mágicas. Que el mago saque un conejo de la galera y él o sus circunstancias cambien repentinamente con un toque de varita, sin ningún esfuerzo de su parte, mágicamente. Nada más lejos de la realidad. Y nadie lo parabolizó mejor que Jesús cuando dijo: «Te ganarás el pan con el sudor de tu frente«.(29)
Pongamos una analogía más moderna, es como realizar un bypass gástrico a un paciente, quien luego de los cuidados del posoperatorio lentamente comienza a consumir el mismo tipo de alimentos, de la misma forma y en la misma cantidad que lo hacía antes de la maniobra o incluso peor con el tiempo, a la sazón el estómago poco a poco volverá a tener su tamaño anterior, la operación habría sido en vano e incluso debido a la cisura la situación podrá empeorar.
Empero existen casos excepcionales en los que los síntomas se sedimentan en capas superficiales del aparato psíquico, lo que en psicología sistémica se lo denomina «síntoma cascarón». En estos casos con una terapia direccionada el mal desaparece muy rápidamente. Cuento con experiencias de sanar ataques de pánico en tres, dos y hasta en una sola consulta, sin retoños a posteriori. Casos tratados mediante hipnoterapia o simplemente con el tradicional método catártico de abreacción descubierto por Breuer, ayornado y profundizado por Freud cómo asociación libre y luego Jung. Tan sólo con la convocación de los recuerdos que dieron nacimiento al trastorno mediante símbolos imaginales o discursivos se libera la tención acumulada y el paciente se cura, o al menos se deshace del síntoma. Pero estos no son sino excepciones a la regla, en mi empíria entre un 10% a un 15%. Pero la norma amerita un tratamiento algo más prolongado, de 4 a 18 meses para estas dolencias particulares en mí clínica.
La terapia cognitivo conductual trabaja excelentemente en el ahora abordado plano reptil. En mi caso, este terreno no lo aro sino con unos denominados «rituales de sanación». Si bien, dicho término ha sido acuñado por brujos y hechiceras para realizar curaciones, exorcismos y hasta amarres o «uniones de parejas», lejos estoy yo de manchar con esas quimeras mi licenciatura universitaria. Denominados también simplemente «rituales», estos no consisten sino en actos, metafóricos o explícitos, que un terapeuta da a sus pacientes, cual tarea para el hogar, para ayudarles en un ejercicio de fortalecimiento volitivo a luchar contra hábitos y rasgos de carácter negativos o vivenciados como detestables por ellos mismos.
Dicha suerte de rituales han sido abordados por escuelas de todo tipo, chamánicas, psicológicas, espirituales, esotéricas, astrológicas, taróticas, budistas, sufis, taoistas y más. Denominándoles de diferentes maneras, tales como ejercicios, tareas, trabajo sobre sí, rituales, actos metafóricos, actos psicomágicos, psicomágia, lucha interna, gran guerra santa, y más. Con el talante común de ser tareas en las que se trata de poner el cuerpo, yendo a contra pie de una «mecanicidad» resultante de la «alteración del yo».
El primer término entre comillas es tomado de lo que podríamos denominar la psicología del Cuarto Camino, creada por George Gurdjieff, a la que él llamó «Sistema», remite a los hábitos mecánicos que se disparan en una persona por los rasgos que se han adherido, adquirida y hereditariamente a su ser esencial en el devenir de su vida. Lo que según este autor nos mantiene en un estado de «sueño» o «autómatas» la mayor parte del día o de nuestras vidas. Justamente, por esta condición de autómatas (hombres-maquinas) prefiere designar un «Sistema» más que una psicología… Durísimo, ¿no?(30)
Y aquel segundo término entre tildes es tomado del psicoanálisis (justamente del ya mencionado artículo de 1937, principalmente) y designa a «un conjunto de limitaciones y actitudes anacrónicas adquiridas por el yo durante las etapas (de) conflicto defensivo (a consecuencia de la introyección de los mecanismos de defensa), y que repercuten desfavorablemente sobre sus posibilidades de adaptación (ya que se produce una reproducción inadaptativa y patológica actual)».(31) Vulgarmente hablando: nuestros modelos y patrones de conducta que luego de aprendidos no podemos dejar de reproducir, ya sea por pereza motriz o intelectual.
Dar un abrazo a la madre o al padre, golpear una foto de ellos; hacer cierta dieta o deporte; salir a buscar trabajo; hacer un listado de carreras que le gustaría realizar, o de cosas; escribir una carta; hacer ciertos ejercicios de respiración yogui, alotrópicas o sufis; visitar alguna tumba; rezar por alguien; insultar una foto de alguien; crear un frasco de insultos, o de otra cosa; cometer errores voluntariamente en público; esforzarse por hacer bien algo; pedir dinero prestado cual un mendigo; e infinidad de ejemplos más son los que pueden ser brindados como rituales de sanación. Todo depende de la subjetividad y del cuidado de ésta que cada quién requiera, ya que en esto no hay «aspirina para todos», ni muchos menos ansiolíticos.
En el caso de los actos digamos «explícitos», cómo por ejemplo hacer una dieta o buscar trabajo, esto no se comporta sino como un fortalecimiento volitivo ya que, como dijo George, el hombre carece de una voluntad cristalizada lo cual sólo puede constituir mediante un apoyo exterior (palabras más palabras menos). La voluntad es un músculo que hay que ejercitar, ¡y para esto se requiere un buen personal trainer! Y se debe conocer la polaridad opuesta entre ganas y voluntad: mecanicidad o libertad, respectivamente. Aunque la gente de los tiempos modernos llamemos libertad a la «ley de la gana», lo que a la larga nos deposita sentaditos en el diván. Ya lo decía Epicteto, «nadie es libre si no es dueño de sí«,(32) y no es dueño de sí quien no se conoce, y no se conoce quien no se estudia.
Dentro de esto también existe otro tipo de rituales, ya no «explícitos» sino que se comportan como unos actos metafóricos, a los cuales el genio artístico de Alejandro Jorodorowsky nominó Psicomágia(33). Es sabido que un sueño es una metáfora de «otra cosa», por eso debe ser decodificado. Su mensaje, cual encargo hermético (de Hermes) viene cifrado, alterado mediante la censura de nuestra moral superyoica. A la sazón, rituales tales como escribir una carta a un padre difunto en presencia de su foto o su tumba; caminar por una calle repleto de stickers con todos los insultos que nuestra madre nos dijo y luego quemarlos en una hoguera junto a una foto de ella, y muchísimos más,(34) son mensajes que enviamos a nuestro inconciente en el mismísimo lenguaje que éste utiliza para enviarnos los suyos; metáforas, imágenes, alegorías… hermenéutica onírica. Produciendo una verdadera comunicación epistolar con nuestro mundo profundo para así acceder a él y transmutar sus contenidos.
Me gusta pensarlo de la siguiente manera, si uno quiere aprehender a tocar bien el piano primero hay que desaprender lo mal aprendido, lo cual es mayúsculamente más difícil que solamente aprender. Por lo tanto, no alcanzaría con ir a un profesor sólo una vez por semana una hora, se requieren ejercicios semanales para corregir los malos hábitos, vicios posturales, etcétera. Ergo, si esto es así con un instrumento musical, muchísimo más lo será cuando el instrumento es portentosamente más complejo como lo es la mente humana.
Ahora. Si bien yo decía hace instantes que en esto no hay aspirina para todos, sí existe un ejercicio muy efectivo para el caso de los ataques de pánico que me gustaría compartir con ustedes. Y si bien es sólo el comienzo de lo que luego deriva en otras técnicas más especificas, no obstante es terapéutico, sanador y hasta revelador en sí mismo. Específicamente comporta parte de un enfoque estratégico sistémico más complejo que esta mera tarea, pero bien puede servir para que tengan ustedes un ejemplo práctico del caso y si lo quieren seguir, obviamente están invitados.
- Cada vez que entres en crisis, experimentes pánico o angustia, aunque te ocurra varias veces al día, deberás sacar un cuaderno especialmente adquirido para estos casos y anotar todo lo que te pasa, siguiendo al detalle las instrucciones de abajo, llenando cada uno de los ítems pedidos.
- Esto también sirve como una herramienta valiosa para que en potenciales futuras sesiones psicoterapéuticas se estudie e indague a fondo en el asunto.
- Este ejercicio debe ser hecho en carácter de obligatoriedad, por lo que dicho cuaderno se debe llevar siempre consigo cual diario de abordo, y se requiere ser lo más especifico y descriptivo posible en cada ítem a saber:
- Fecha:
- Hora:
- Lugar:
- Sentimiento negativo:
- Porcentaje de intensidad o puntaje de perturbación (del 10% al 100% ó del 1 al 10):
- Pensamientos negativos:
- Sensaciones corporales, manifestaciones físicas:
- Situación en la que ocurre:
- Situación anterior, de ese día o días anteriores:
- Acciones llevadas a cabo a posteriori (lo que hiciste finalmente luego):
Pueden ser añadidos ítems que cada quien considere importantes.
Bien. Este «diario de abordo» pone al paciente en una situación distinta, le ayuda a controlar y externalizar o cosificar su miedo, volcándolo en un papel. El carácter tedioso de la tarea y el hecho de que sea hecha «por obligación» rompen con el encantamiento de Pan, en lo que estaba atrapado el doliente, y la típica reacción es que los síntomas se alivian o desaparecen. Con el tiempo este tratamiento evoluciona, va generando un efecto paradojal en los sufrientes, siendo ellos mismos quienes puedan convocar a sus demonios cuando quieran por razón de conocerlos. Convocar a Pan es sinónimo de domarlo.
Empero no hay que decepcionarse si hacen el ejercicio y no sucede la mejora, ya que en sí, como decíamos, el material nominado es de lo más valioso para el proceso terapéutico integral necesario para estos casos, me refiero a esta evolución mencionada arriba que no debe indicarla sino un profesional.
Conclusiones y la trampa sanadora
Si bien el presente artículo toma vastas referencias exógenas se basa principalmente en mi experiencia clínica, la cual cuenta con un significativo porcentaje de éxitos en su haber. Yo diría un 80%… ¿Y el 20% restante? Abandona el tratamiento antes de los tiempos mencionados supra por diversas causas, siendo la primera y más esgrimida la económica y la segunda en frecuencia mi honrosa heterodoxia clínica. Claro, no creo en ninguno de los dos argumentos, pero nunca lo digo.
El tridente terapéutico que he propuesto, cual cetro de Neptuno o Poseidón y símbolo de la psiquis, consistente en un abordaje concerniente a los tres centros o pisos referidos, no estoy haciendo una hipérbole si digo que es el más completo para sanar el psiquismo del Pasu del Kali Yuga.(35) Lo que implica la necesidad constante de incluir y de elaborar conocimientos multi, inter, intra y transdisciplinarios (psicoanálisis, análisis junguiano, sistémica, conductual, medicina general, mitología, sociología, historia, y porqué no astrología, religión, esoterismo, aromaterapia, arteterapia, terapia floral, tarot ¡y hasta psiquiatría!) lo que se llama una visión holística del ser humano. Cosa que en general sólo se permiten los psicólogos junguianos o sistémicos (resalto «en general») empero «nunca«(36) se lo autorizan, por ejemplo, los psicoanalistas ortodoxos.
Entonces, sea para tratar a los referidos ataques de pánico u otras dolencias psíquicas o incluso para el trabajo sobre el mejoramiento del carácter, toda clínica con pretensiones de integralidad debe contemplar los tres pisos mencionados del Hombre, en tanto ser racional, emocional y físico. Por tanto, todo tratamiento que deje fuera alguno de estos aspectos pecará de extremadamente largo o inacabado.
Ahora bien, más allá o más acá de posiciones psicológicas, a nivel neurológico un ataque de pánico consiste en un bloqueo y estereotipia del neocórtex. Es decir, ante una alteración psicosomática, vinculada con lo tratado en el presente artículo, el neocórtex queda estereotipado en ideaciones hipocondríacas, fóbicas u obsesivas. Lo que redunda en un círculo vicioso. El encargado de las funciones racionales queda colapsado, desintegrado cual rebaño azotado por Pan. Entonces, toda actividad racional que distraiga del pánico será buena, terapéutica, en sentido de reactivar y reestablecer el equilibrio psicológico. Conozco el caso de un hombre que al tener estos episodios comenzaba a repetir de memoria las formaciones de los equipos más conocidos de Argentina, consecuentemente, se le pasaban los síntomas. Sin saberlo estaba aplicando un método sistémico para apaciguar la crisis.
Y ahora están dadas las condiciones para confesarles una trampa propia de este tratado. Habrán notado la extensión y lo intrincado por partes del presente, pero si es que comenzaron a leerlo en un estado suscitado por Pan, lo más probable es que para este momento eso ya haya quedado en el pasado. Es la trampa terapéutica del presente artículo. Yo intenté con éste a drede hacer trabajar sus hemisferios izquierdos y neocortexs, de modo tal que si estaban sufriendo una crisis de ansiedad se reorganice su mente y detengan los síntomas. Espero entonces que además de haber sido instructivo en este interesante tema, les haya resultado terapéutico en sí.
Gracias por su atención.
Lic. Gastón Gandolfi
Psicólogo UBA
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- Síntoma o característica de una patología determinada. – Volver
- Pérdida del sentido de la realidad. – Volver
- Sensación o conjunto de sensaciones anormales de cosquilleo, calor o frío en determinados miembros del cuerpo. – Volver
- Manual DSM4 de psiquiatría. – Volver
- Wikipedia, la enciclopedia libre. – Volver
- Uno de los primeros reyes griegos. – Volver
- Técnica constituyente en amplificar los significados de un símbolo onírico, o en este caso psíquico, mediante mitos, leyendas y cuentos de hadas. – Volver
- Dicen los astrólogos, entre los cuales me cuento, que a partir del siglo XXI el planeta entró en la denominada «era de acuario», también llamada como nueva era o new age. – Volver
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- Para un explicación filológica más precisa recomiendo leer el articulo de Manuel Delgado Tenorio «Crisis no significa oportunidad en chino», en http://manueldelgado.com/crisis-no-significa-oportunidad-en-chino/. – Volver
- Cuando el siglo XX estaba en pañales, la gran mayoría de los carruajes eran de tracción a sangre. – Volver
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- Análisis de la fobia de un niño de cinco años de Sigmund Freud, 1909. – Volver
- Auguste Comte, padre del positivismo y la sociología, durante su vida tuvo graves problemas psiquiátricos y un intento de suicidio, lo que desembocó en su separación, internación y deterioro intelectual. – Volver
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- Esto es un chascarrillo, para nada creo que sea peor el diván que los estupefacientes. – Volver
- El psicoanálisis consiste esencialmente en conjeturas auto sustentadas, por lo que me permití realizar alguna yo. – Volver
- Ricardo Lorio. – Volver
- Comprender, con «h», implica entender intelectualmente pero también incorporar a la experiencia propia. – Volver
- George Ivánovich Gurdjíeff. – Volver
- Multidisciplinario: Que abarca varias disciplinas por separado (también denominado pluridisciplinar).
Interdisciplinario: Que se compone de varias disciplinas sincrónicamente.
Intradisciplinario: Que profundiza en su disciplina a partir de la incorporación de métodos aledaños.
Transdiciplinario: Que trasciende su propia disciplina y la disciplinariedad obtusa. – Volver - $$. – Volver
- «Un método peligroso», película que les recomiendo, cuyo título original es «A Dangerous Method», es un drama histórico psicológico dirigido por David Cronenberg que trata sobre el vínculo y separación entre Sigmund Freud y Carl G. Jung. – Volver
- ¡Y si que lo hacía!, Lacan era un hombre de carácter muy fuerte, ariano famoso por sus enojos públicos en sus seminarios. – Volver
- Denominación junguiana de su método para el trabajo con relajación e imágenes, es decir sofrológico. – Volver
- http://gastongandolfi.com/emdr-descripcion/. – Volver
- EI: hemisferio cerebral encargado del razonamiento formal. – Volver
- Génesis 3.19 NVI. – Volver
- Esto es también denominado por Gudjieff en su obra «Relatos de Belcebú a Su Nieto» cómo «El horror de la situación». – Volver
- Diccionario de Psicoanálisis–Laplanche. – Volver
- Epicteto fue un filósofo griego, de la escuela estoica, que vivió parte de su vida como esclavo en Roma. – Volver
- Pero Jodorowsky no los inventó ya que preexistían en distintas tradiciones mencionadas antes, con otros pseudónimos – Volver
- Obras recomendadas para este tema: «Psicomágia» y «Manual de Psicomágia» de Alejandro Jodorowsky. – Volver
- Pasu del Kali Yuga: Hombre-animal de los «tiempos de la sombra» o «era de hierro» o «últimos tiempos» augurado así como sobreapegado al cuerpo y a la materia, por los antiguos vedas. – Volver
- Respuesta que Jacques Lacan le daría a Roland Cahen, un psiquiatra discípulo de jung, traductor de su obra al francés, cuando éste le propuso que entre «significados y arquetipos somos primos hermanos». Esto aconteció cuando Lacan le solicitó una carta de recomendación para tener una reunión con Jung. De dicho concretado encuentro entre Jacques y Carl surgió el famoso «les traigo la peste» freudiano, lo cual incluso en el ámbito psicoanalítico es sospechado de «mentira lacaniana». – Volver